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Ilustración de una polvorienta galaxia con brote de formación estelar. Crédito ESO. |
Pues bien, dos grupos de astrónomos han estudiado el número de estrellas de diversas masas que se observan en dos objetos astronómicos muy distintos. Por un lado, haciendo uso del radiotelescopio ALMA, astrónomos de la Universidad de Edimburgo han estudiado galaxias con fuerte formación estelar localizadas muy lejos (luz que se emitió cuando el Universo era muy joven). De la misma manera que un arqueólogo puede datar restos humanos haciendo la prueba del Carbono 14 (por decaimiento radiactivo), astrónomos podemos hacer uso de otros isótopos (el Carbono 13 y el Oxígeno 18) para ver cuántas estrellas se forman de mucha masa y cuántas de poca masa. Anteriormente esto era muy difícil ya que estos sistemas están dominados por polvo, lo que nos impedía su observación pormenorizada (porque no podíamos ver a través del polvo). Sin embargo, con esta nueva técnica podemos evitar los efectos del polvo y han podido determinar que hay muchas más estrellas de masas altas de las que creíamos. Por otro lado, usando datos tomados en Chile con el telescopio VLT de la ESO, un grupo de astrónomos liderados por la Universidad de Oxford han visto que esto es también cierto incluso en objetos localizados en nuestra vecindad más próxima (en el cúmulo 30 Dorado).
Buena parte de lo que conocemos del Universo así como los modelos de evolución y formación de galaxias y poblaciones estelares utilizan como ingrediente fundamental esta "función inicial de masas". Si, como sugieren estos trabajos, en el Universo se forman muchas más estrellas masivas de las que pensábamos, tendremos que considerar detenidamente qué efectos pueden tener en lo que sabemos del Universo cambios en la manera en que se forman las estrellas (cambios en la "función inicial de masas").
Esta entrada es parte de una colaboración con el diario IDEAL que podéis leer aquí.
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