viernes, 19 de octubre de 2018

¿De dónde vienen los nombres en Astronomía?

Imagen "salida de Tierra" (Earthrise) tomada desde la Apollo 8
el día de Nochebuena de 1968. Los cráteres nombrados en su
honor están resaltados. Crédito: Unión Astronómica
Internacional.
Recientemente, y con motivo del 50 aniversario de la misión Apollo 8 (21 al 27 de diciembre de 1968), la Unión Astronómica Internacional ha aprobado nombrar a dos cráteres de la Luna "Anders’ Earthrise" (la salida de la Tierra de Anders, astronauta a bordo de la Apollo 8) y "8 Homeward" (algo así como "8, de regreso a casa"). Desde esta sonda se tomó, el día de Nochebuena de 1968, la famosa imagen "salida de la Tierra" (Earthrise), probablemente una de las imágenes más icónicas de la exploración espacial. Pero, ¿de dónde vienen los nombres en Astronomía?

Que no nos engañen, salvo que descubramos un planeta, asteroide o cometa, no podremos nombrar a nuestro antojo ningún astro celeste. La Unión Astronómica Internacional, la organización que trata de englobar todo lo relacionado con el espacio y la astronomía, es la que en última instancia establece el acuerdo de nomenclatura de objetos (generalmente siglas y números) y se encarga de dar nombres específicos a objetos más destacados. Así, el primer paso fue aceptar los nombres tradicionales (algunos conocidos desde la antigüedad) de estrellas y planetas como Marte, Mercurio, Algol, o la estrella polar. A partir de aquí hay que elegir nombres, con muchos criterios e intereses a tener en cuenta y en ocasiones con la imaginación al poder.

Por ejemplo, la Luna. ¿Sabías que hay más de 5000 cráteres en la Luna mayores que 20 km y unos 20000 de tamaños entre 5 y 20 km? Evidentemente no todos tienen nombre propio, siendo la mayoría números y letras, pero muchos sí tienen nombre, generalmente en honor a científicos, descubridores e inventores. Por dar un dato, en la actualidad hay 1546 cráteres con nombres en honor a hombres y sólo 28 en honor a mujeres. Además, los mares, las zonas oscuras que no tienen cráteres, también tienen nombre; sin embargo, esta vez reciben nombres, generalmente en latín, heredados de la antigüedad y que hacen referencia al clima o a fenómenos meteorológicos (mare Imbrium, lluvia; mare Nubium, nubes; mare Serenitatis, serenidad, etc.).

Pero no os preocupéis, sí hay una pequeña opción para nombrar algún astro sin necesidad de descubrirlo. En ocasiones, planetarios, instituciones o público en general hacen campañas para que algún objeto celeste lleve algún nombre concreto. Eso sí, será la Unión Astronómica Internacional la que en última instancia aprobará dicho nombre. ¿Se os ocurre alguno?

Esta entrada es parte de una colaboración con el diario IDEAL que podéis leer aquí.

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