miércoles, 8 de agosto de 2018

Perseidas 2018

Órbitas del cometa Swift-Tuttle y de la Tierra en intersección
 durante el mes de agosto. Imagen tomada de space.com.
Las lluvias de estrellas o de meteoros se producen cuando la órbita de la Tierra intercepta la órbita de un cómeta (ver figura 1), el Swift-Tuttle (109/Swift-Tuttle) en este caso. Un cometa puede ser definido como una "bola de hielo sucia" de unos pocos kilómetros de diámetro. Se conocen así debido a que además de "hielo" (material congelado, no necesariamente agua), están formados por importantes cantidades de roca y polvo. Son cuerpos que normalmente se encuentran en las afueras de nuestro Sistema Solar, donde la gravedad es pequeña y la radiación solar prácticamente despreciable. Debido a perturbaciones gravitatorias, estos astros pueden ser atraidos hacia el Sistema Solar interno acabando en órbitas periódicas (realizando acercamientos al Sol de manera periódica) o abiertas (no volviendo a visitar las próximidades solares). Sea como sea, al acercarse al Sol, estas bolas de hielo empiezan a calentarse (debido a la mayor radiación recibida) y empiezan a resquebrajarse y a sublimar (pasar de estado sólido a gas), dando lugar a la majestuosas colas cometarias que tanto nos impresionan. Debido a este proceso, las órbitas de los cometas, es decir, el espacio por donde los cometas surcan el Sistema Solar, quedan repletas de pequeños granos de polvo y roca (del tamaño de granos de arena o incluso menores) de la misma manera que el trazado de un circuito de Fórmula 1 se queda repleto de goma de los neumáticos tras una carrera. La Tierra, en su órbita alrededor del Sol, puede interceptar una de estas órbitas. Por lo tanto, como estas órbitas cometarias están "sucias" debido a la gran cantidad de material eyectado del cometa, la Tierra intercepta todas estas partículas que, al entrar en contacto con las capas altas de la atmósfera a altas velocidades, son capaces de comprimir el gas que las rodea (atmósfera) haciendo que suba su temperatura ostensiblemente. Esta subida de temperatura puede provocar la ignición de las partículas cometarias y dejar un trazo de luz en el firmamento al ser observado desde la superficie terrestre, que no es otra cosa que la partícula ardiendo desplazándose sobre nuestras cabezas. Las lluvias de estrellas no son sólo un espectáculo para todo amante a la Astronomía, sino que también tienen su importancia desde el punto de vista profesional ya que los colores, longitudes o velocidades de estas estelas nos pueden dar pistas sobre la composición del cometa original.

Las Perseidas, la lluvia de estrellas que ahora nos ocupa, es con total seguridad la lluvia de estrellas más observada del año. No sólo es una de las más activas, con unos 100 meteoros a la hora, sino que además se produce a mediados de agosto, cuando las agradables temperaturas y las vacaciones nos animan a salir al campo a observarlas. Aquí, algunas peculiaridades de este espectáculo veraniego:

– Se llaman Perseidas porque su punto radiante (el punto del que parecen provenir los meteoros) se encuentra en la constelación de Perseo. En esencia esto es un efecto óptico, nada que ver con la constelación de Perseo. Si trazáramos una línea recta entre el centro de nuestro planeta y la zona del espacio interplanetario con mayor cantidad de partículas dejadas por el cometa en su órbita, esta línea señalaría en dirección a la constelación de Perseo (ver figura 2).
– El cometa del que provienen las partículas que dan lugar a estos meteoros es el cometa Swift-Tuttle. Durante su perihelio en 1992, se detectaron estallidos de un THZ (tasa horaria zenital, número de meteoros esperados cada hora si observamos mirando al Cénit) de más de 350. El cometa Swift-Tuttle es el objeto más grande que se conoce que hace sucesivas repeticiones de su paso cerca de la Tierra. Su núcleo es de unos 9.7 kilómetros de ancho, casi igual al objeto que se cree acabó con los dinosaurios.
– Los meteoros alcanzan su máximo brillo sobre los 100 km de altura y, salvo que sea de un tamaño considerable, la fricción y el calor los volatilizan completamente a unos 80 km sobre la superficie terrestre.
– En 1864-1866, Schiaparelli (1871) demostró mediante cálculos que la órbita de las partículas coincidía con la órbita del cometa 1862 III (109/Swift-Tuttle). Ésta fue la primera vez que se relacionó una lluvia de estrellas con un cometa.

Concepto de radiante, lluvia de estrellas de las Perseidas. Imagen tomada de la revista Sky & Telescope.

Pero claro, no todos los años es igual de propicio observar esta lluvia de estrellas. Tormentas veraniegas o la luz proveniente de la Luna nos puede estropear el espectáculo. Afortunadamente, este año no tenemos que preocuparnos por lo segundo. El 11 de agosto será Luna nueva, lo que hará que para la noche del 12 al 13 (cuando se espera el máximo de actividad) la Luna sólo será visible justo tras la puesta de Sol mostrándonos un 3% escaso de su superficie iluminada. Para este año se esperan aproximadamente 100 meteoros a la hora durante el máximo tradicional, que tendrá lugar entre las 20h del 12 y las 08h del día 13 de agosto. Como siempre, se recomienda alejarse de las luces de la ciudad para poder ver los meteoros más débiles, llevar ropa de abrigo porque en el campo y la sierra siempre puede refrescar de noche y una hamaca cómoda que nos permita ver la mayor cantidad de cielo posible. La constelación de Perseo saldrá a eso de la medianoche por el Noreste, por lo que se recomienda tener esa zona del cielo libre de obstáculos para sacar mejor provecho a nuestra observación.

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